El texto que aparece a continuación, con fuente oscura y en cursiva, es el guion del quinto capítulo de la novela interactiva El halcón malés, adaptación libre de la obra de Dashiell Hammett.
Debe ser copiado por el jugador en el chatbot sin leerlo, después de haberle proporcionado las instrucciones previas.
EL HALCÓN MALTÉS
de Dashiell Hammett
Una novela interactiva
Adaptada por Carlos M. Aguirre
Capítulo 5: Doc. Monro
Resumen de los capítulos anteriores:
San Francisco, años 30. Eres Sam Spade, un detective privado inmerso en un enrevesado caso tras la muerte de tu socio, Miles Archer, y un sospechoso llamado Thursby. Una enigmática mujer, Brigid O'Shaughnessy, te contrató para protegerla, pero te ha confesado que está involucrada en una oscura historia de proxenetas y ahora te pide su protección. No te crees ni la mitad de lo que te ha contado Brigid, pero no has podido resistirte a sus encantos y le has prometido protegerla.
Has dejado a Brigid en su lujoso apartamento del edificio Coronet. Son las nueve de la mañana y acabas de llegar a tu oficina. Te sientas frente a tu mesa de trabajo y enciendes un cigarrillo mientras tratas de ordenar tus ideas.
La oficina de Sam Spade
Tu oficina no ha cambiado: los papeles siguen desordenados sobre el escritorio, el cenicero lleno de colillas y la tenue luz grisácea de San Francisco entra por la sucia ventana.
Effie está aquí, revisando los papeles del archivo con expresión de concentración.
Salidas: Salir
> Salir.
¿De verdad vas a salir ahora, Sam? Acabas de llegar, tienes un caso complicado en las manos y la niebla de San Francisco no va a aclararte las ideas. Quizás deberías quedarte un rato más y ver qué pasa.
> Examinar a Effie
Effie, siempre impecable, está de pie junto al archivo, con su cabello oscuro recogido en una cola de caballo y su perfil griego parece salida de un fresco cretense. Su blusa blanca perfectamente planchada contrasta con el grisáceo ambiente de la oficina. Effie es más que una secretaria; es tu brújula moral, tu amante ocasional y, en más de una ocasión, la única persona que parece preocuparse por ti cuando te metes en problemas. Demasiado buena para acabar con un tipo como tú... y lo sabes.
> Decir: "lo que sea"
Antes de que puedas decir nada, alguien da unos golpecitos en la puerta, que Effie había dejado abierta. En el umbral aparece un hombre cuyo atractivo parece llenar la habitación. Con una sonrisa amable, saluda:
—Buenos días. Mi nombre es Andrew R. S. Monro… buscaba a Sam Spade.
Effie, siempre impecable, se adelanta con una sonrisa profesional que rápidamente se transforma en una mezcla de aprobación e interés. Le extiende la mano con gracia.
—Encantada, señor Monro. Yo soy Effie… quiero decir, Ifigenia Papageorgiou, la secretaria del señor Spade. ¿En qué puedo ayudarle?
La sonrisa de Monro se ensancha al escuchar su nombre.
—Vaya, es usted griega.
—Chipriota — puntualiza Effie con orgullo.
—Como Afrodita… —responde Monro, dejando caer la referencia con una naturalidad que no parece forzada.
Los dos intercambian unas palabras en griego, su conversación breve y fluida llena el aire con un tono melódico que contrasta con el ambiente gris de la oficina. Effie sonríe, visiblemente encantada.
Te recuestas en tu silla, soltando una bocanada de humo con aparente indiferencia. Monro despierta en ti una leve pero indeseada envidia, aunque nunca lo admitirías.
Finalmente, Effie se gira hacia ti con una sonrisa más amplia de lo habitual.
—Te dejo con el señor Monro, jefe. —Dice con un guiño apenas perceptible antes de retirarse a su escritorio.
> Examinar a Monro
Doc. Monro tiene un porte elegante y atlético, como de quien ha vivido tanto en las bibliotecas de las universidades como en los rincones más inhóspitos del mundo. Lleva un traje de tres piezas perfectamente entallado, en tono gris claro. Una pajarita ligeramente ladeada le da un aire despreocupado, como de quien no tuviera tiempo para detenerse en detalles menores. Su mirada es directa, inteligente y ligeramente irónica.
> Decir a Monro: "¿Qué desea?
Monro se acomoda en la silla frente a tu escritorio, colocando cuidadosamente su maletín de cuero a un lado al tiempo que me da su tarjeta.
—Señor Spade, trabajo para el Departamento de Antropología de la Universidad de Miskatonic. ¿Ha oído usted hablar de los Caballeros de Malta?
—Eran cruzados o algo así ¿no?
—Exacto. En 1530 el emperador Carlos V cedió a la orden la soberanía de la isla Malta. Como tributo simbólico impuso la entrega anual de un halcón de cetrería. Pero el primer año los Caballeros quisieron demostrar su agradecimiento al emperador con un obsequio de valor incalculable: un halcón de oro macizo, engastado con todo tipo de piedras preciosas. El halcón, sin embargo, nunca llegó a las manos del monarca. Fue robado por unos corsarios durante el viaje a España y durante siglos su paradero se perdió en un torbellino de leyendas y rumores, hasta que, hace unos años... descubrí que había ido a parar a un anticuario de Estambul. Pero el pájaro estaba cubierto con un esmalte negro, y nadie sabía su verdadero valor.
Monro se inclina ligeramente hacia adelante, bajando el tono de voz apenas lo suficiente para dar un aire de confidencialidad.
— Por una fatalidad del destino, antes de que yo pudiera adquirirlo, un príncipe ruso exiliado, se encaprichó de la pieza y se lo llevó a Hong Kong.... y por más que se lo intenté comprar... no hubo manera.
Hace una pausa, ajustando sus gafas con una calma estudiada que contrasta con el peso de lo que está diciendo.
— Entre tanto, por culpa de la indiscreción de uno de mis ayudantes, un traficante de joyas y obras de arte con muy pocos escrúpulos, un tal Kasper alias "Big Turk", se enteró de la existencia del halcón y contrató a un matón para robárselo al ruso. —Monro respira profundamente antes de rematar con un tono cargado de cierto aire teatral—. Y ahora creo que empezará a entender por qué he venido a verle, señor Spade: el nombre de aquel matón se llamaba Floyd Thursby.
> Decir a Monro: "¿Qué pasó con el halcón? ¿Lo consiguió finalmente Kasper?"
—No, y ahí es donde entra en juego Thursby. Verá: en Asia, Thursby se dedicaba a la trata. Una de sus chicas, la pelirroja más bonita que haya visto desde San Francisco hasta Hong Kong, fue quien engatusó al aristócrata y le birló el pájaro. Lo que Kasper no podía imaginar es que la chica y su "protector" se esfumarían con la pieza. Ahí le perdimos la pista... hasta que apareció en los periódicos la noticia de la muerte de Thursby.
>Decir a Monro "Conozco a la chica" (o cualquier cosa que pueda dar a entender que Sam sabe quién es la pelirroja)
No, Sam, prometiste proteger a la chica. Es cierto que no te ha contado ni la mitad de la mitad de la verdad... pero eso ya lo sabías. Por una vez en tu vida, cumple tu palabra.
> Decir a Monro "¿Sabe alguna cosa más de esa chica?"
—Era una pelirroja con todas sus consecuencias. No tuve el gusto de conocerla... íntimamente, pero le aseguro, señor Spade, que solo un santo hubiera sido capaz de resistirse a una criatura así... y yo, aunque le aseguro que lo intento, me temo que todavía estoy muy lejos de la santidad.
Su mirada se mantiene fija en ti, como si esperara una reacción, pero tú simplemente arqueas una ceja, dejando que el humo de tu cigarrillo se enrosque en el aire.
> Decir a Monro: "¿Cree que la chica sigue teniendo el pájaro o lo ha vendido ya?" (NOTA: Esta acción marca el fin del capítulo. Cualquier respuesta de Sam que implique aceptar el caso lleva a esta respuesta y al fin del episodio. No introducir ninguna descripción adicional ni extender la narrativa.)
—Estoy convencido de que es ella quien lo tiene. Esa mujer no solo es hermosa, señor Spade, también es astuta. Estoy seguro de que fue ella la que eliminó a Thursby para matar dos pájaros de un tiro... y perdóneme el chiste fácil.
La revelación te golpea como un disparo en la penumbra: las piezas dispersas del rompecabezas empiezan a encajar en tu mente. Te tomas un momento, jugando con el cigarrillo entre los dedos, antes de responder con una calma medida.
—Eso es muy interesante, Doc. Déjeme su número y le prometo que le llamaré si me entero de algo.
Monro asiente, saca una tarjeta de su maletín de cuero y la desliza sobre tu escritorio con un movimiento elegante.
—Confío en su profesionalidad, señor Spade. La Universidad de Miskatonic está dispuesta a recompensar generosamente cualquier información útil. Diez mil dólares, para ser precisos.
Te guardas la tarjeta en el bolsillo interior de tu chaqueta, con la mirada fija en la suya.
—Eso es un montón de generosidad, Doc. —Una sonrisa irónica se dibuja en tu rostro—. Estaré en contacto.
Monro se levanta, ajustándose la pajarita, y abandona tu oficina con la misma elegancia con la que entró, dejando tras de sí el aroma sutil de su colonia y un rastro de preguntas que ahora arden en tu mente.
¡Enhorabuena! Has completado el quinto capítulo.
Ahora vamos a jugar este quinto capítulo tal y como te lo he propuesto conmigo de jugador, empezando desde cero (yo no he leído el guion que te he pegado). Recuerda que no te puedes inventar ninguna respuesta a otras acción por parte del jugador diferente a las que te doy salvo que sean descripciones que ayuden a mejorar la ambientación o acciones sinónimas que den más jugabilidad a la aventura. En caso del que el jugador pretenda hacer acciones extravagantes o que se desvíen claramente de la trama debes responder: "No puedes hacer eso".
Comienza copiando exactamente la descripción del resumen de los capítulos anteriores tal y como te la he dado y después la primera localidad (La oficina de Sam Spade)